EUROPA
PRESS
1 mayo
2024
Este
es el vínculo entre la alimentación rica en grasas saturadas y el Alzheimer
Consumir habitualmente una dieta alta
en grasas y calorías tiene una relación directa con la obesidad y la diabetes
tipo 2 y, ahora, un equipo investigador liderado por la Universidad Rovira i
Virgili (URV) ha descubierto el mecanismo que relaciona el hecho de consumir
esta alimentación con el Alzheimer.
La investigación, liderada la catedrática del Departamento
de Bioquímica y Biotecnología Mònica Bulló, del grupo de investigación
Nutrición y Salud Metabólica (NuMeH) y del Centro de
Tecnología Ambiental, Alimentaria y Toxicológica (TecnATox)
de la URV, se ha centrado en ver cómo esta dieta afecta a unas moléculas que se
encuentran en la sangre y otros tejidos como el cerebro, y que actúan como
marcadores y reguladores de la enfermedad.
La investigación se realizó en un modelo de ratones que
desarrolla la enfermedad de Alzheimer en edad adulta. Estudios previos en estos
animales ya habían demostrado que después de seguir una rica dieta en grasas
acababan desarrollando la enfermedad mucho tiempo antes que los que tenían una
alimentación convencional. Lo que no se conocía eran los mecanismos que
desencadenaban el avance de la enfermedad, y ahora se han resuelto.
Para ello, el equipo investigador analizó la expresión de 15
microARNs (miRNAs),
pequeñas moléculas de ARN que desempeñan un papel crucial en la regulación
genética, tanto en el plasma como en tejidos cerebrales. Se examinaron los
cambios en los microARNs relacionados con la insulina
en modelos de ratones con predisposición al Alzheimer y sin que seguían una
dieta alta en grasas, sobre todo de tipo saturado.
Los resultados, que han sido publicados en la revista Nutrients', demostraron que empeoraba su metabolismo
después de seguir esta dieta durante seis meses con un incremento significativo
del peso corporal y una peor respuesta a la glucosa y la insulina, que son
características similares a la obesidad y la diabetes tipo 2 en personas.
Además, se observó una alteración de varios microARNs tanto en la sangre como en el cerebro. Estos
cambios estaban relacionados con procesos que pueden dañar el cerebro, como la
acumulación de placas de B-amiloide (unas aglomeraciones de proteína que se
forman en el cerebro y que sirven de marcadores del Alzheimer); la producción
excesiva de la proteína tabla (que, cuando se descontrola, puede dañar las
células cerebrales) y la inflamación dentro del cerebro, que también está
vinculada con esta enfermedad.
"Los resultados obtenidos en este estudio suponen un
avance en el conocimiento del mecanismo que explicaría la relación entre
obesidad, la diabetes tipo 2 y el desarrollo del Alzheimer. Además, ofrecen
nuevas dianas para la posible prevención y tratamiento de la enfermedad",
apunta la investigadora Mònica Bulló.
El estudio, realizado en colaboración con el Instituto de
Investigación Sanitaria Pere Virgili (IISPV), el CIBERobn
y la Universidad de Barcelona, no sólo aporta nuevos datos sobre cómo una dieta
rica en grasas puede afectar a la salud cerebral, sino que también abre la
puerta a futuras investigaciones sobre estrategias alimentarias como posible
vía para tratar el Alzheimer. Los resultados subrayan la importancia de una
dieta equilibrada para la prevención de enfermedades neurodegenerativas y
destacan el potencial de los microARN como objetivos
para intervenciones terapéuticas.